En el momento en que decidimos seguir a Cristo, a la vez se levanta una batalla con un enemigo que intentará todo para arrebatarnos de ese camino de fe y esperanza. Para poder estar preparadas, debemos reconocer cuales son las áreas que este enemigo constantemente estará atacando para estar vigilantes y fortalecerlas.
El diablo tiene un plan de ataque a través de varios aspectos de nuestra vida. El quiere ensuciar nuestro corazón puro robando nuestra inocencia, quiere igualmente destruir nuestra fe porque sabe que al apartarnos de Dios somos presas fáciles. Quiere atacar nuestro ciclo vital empujándonos a querer vivir cosas que no corresponden con nuestro nivel de madurez a través de ideas como: estar "chapadas a la antigua", estar "fuera de moda" o estar "reprimida" y así quitarnos la posibilidad de disfrutar cada etapa como una bendición.
Así mismo el diablo quiere confundir la perspectiva con la que nos asumimos como mujeres. El mundo nos dice que estamos incompletas y nos instala un programa mental para ofrecernos cosas que llenen lo que nos "falta" (relaciones, drogas, sexo, vanidad, dinero y fama a toda costa, entre otras). Nuestra área sexual es atacada igualmente haciéndonos creer que nuestras carencias afectivas de atención, amor, protección pueden resolverse por medio del sexo a través de la idea del “sexo seguro” promueve una errónea responsabilidad, porque aunque se proteja el cuerpo el corazón sigue estando expuesto.
Otro aspecto que el diablo quiere vulnerar son nuestras relaciones significativas, en nuestra familia de origen (padres y hermanos) en el hogar que constituimos (pareja e hijos), con las líderes de la iglesia o personas fundamentales que hacen parte de nuestra vida y que sus actitudes afectan profundamente nuestra motivación de querer lograr cosas importantes, porque este enemigo quiere matar nuestros aspiraciones, habilidades, dones, y talentos. El diablo quiere destruir nuestra identidad, haciéndonos hiper-criticas de nuestra imagen y desempeño para dañar nuestra autoestima llevándonos a la comparación con otras mujeres y a la dependencia emocional, el quiere que no descubramos nuestra belleza única que recibimos por la gracia de Dios.
Fundamentalmente quiere matar nuestra relación con Dios distrayéndonos con vanas necesidades porque el sabe que es a través de El que Somos libres y saciadas al descubrir su propósito en nosotras. Cada etapa de nuestra vida tiene una batalla particular, no es la misma lucha la que enfrenta una adolescente, a la que afronta una mujer adulta joven o la necesidad de una mujer casada o la que experimenta una mujer con los desafíos de madre, también la mujer adulta mayor tiene sus propias inquietudes, por ejemplo: como asume los cambios de la edad, relaciones con sus nietos y demás retos particulares de su momento vital.
No podemos confundir al adversario. Tendemos a desquitarnos con quien no corresponde y eso termina por traer dificultades en nuestras relaciones, truncando los objetivos de estas. Cuando no identificamos con quien es la lucha podemos atacarnos a nosotras mismas, a la/el líder que nos ministra o los seres queridos, incluso podemos pelear contra Dios que es quien nos esta dando los recursos para defendernos. El enemigo sabe que al hacernos caer en depresión, aislamiento, amargura, rencor nos tiene debilitadas sin poder alcanzar los propósitos que Dios tiene con cada una.
Debemos vencer los desafíos de nuestro desarrollo para poder madurar y ser responsables para enfrentar mejor las etapas siguientes. Dios quiere restaurar nuestro corazón, quiere evitarnos heridas emocionales, desea devolvernos la dignidad, el respeto por nosotras mismas, para poder optar por lo mejor sin conformarnos con lo primero que aparece, debemos ser congruentes midiéndolo todo con el nivel de valor que tenemos como hijas de Dios. Dios puede ayudarnos a cerrar ciclos inconclusos de nuestras etapas, pero para que eso sea posible debemos tener una relación comprometida con El de constante búsqueda y obediencia solo así estaremos llenas y completas.
El mundo nos engaña haciéndonos creer que somos un cincuenta por ciento que debe encontrar su media mitad en una pareja, también nos vende la idea falsa de felicidad con la fama, tener una bonita familia que no le falta nada, tener dinero de sobra, destacar por algún talento o por recibir muchos elogios por ser atractivas (cuantos likes le dan a una foto) pero todas esas cosas son susceptibles a perderse.
“Que la belleza de ustedes no sea la externa, que consiste en adornos tales como peinados ostentosos, joyas de oro y vestidos lujosos. Que su belleza sea más bien la incorruptible, la que procede de lo íntimo del corazón y consiste en un espíritu suave y apacible. Ésta sí que tiene mucho valor delante de Dios”.
1 Pedro 3:3-4
Necesitamos conocer cual es la voluntad de Dios, no podemos guiarnos de las emociones porque son engañosas debemos analizar nuestras circunstancias con prudencia para no tomar decisiones a la ligera, con paciencia y atención para esperar e identificar la respuesta de Dios. El organiza nuestro porvenir cuando tomamos las decisiones acertadamente. Debemos abonar el terreno de la fe buscando ser llenadas por Dios. No importa la etapa en la que estemos, Dios nos va a sostener en cada reto.
"Mirad que nadie os engañe por medio de filosofías y huecas sutilezas, según las tradiciones de los hombres, conforme a los rudimentos del mundo, y no según Cristo. Porque en él habita corporalmente toda la plenitud de la Deidad, y vosotros estáis completos en él, que es la cabeza de todo principado y potestad."
Colosenses 2:8-10Reina-Valera 1960 (RVR1960)- - - Carolina Massa -
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