El domingo pasado, tuve la oportunidad de asistir a la Iglesia Bautista New Beacon Hill, donde predicó un buen amigo de mi esposo. El Sermón enfatizaba el cuidado que debíamos tener por nuestros hijos, pues el “adversario” anda como león rugiente buscando a quién devorar...
Fue un tiempo hermoso y muy al punto para cada familia allí presente.
Esto me hizo pensar en la necesidad de que como padres entendamos que este mundo demanda, incluso más que antes, que volvamos al hogar... Que los padres nos ocupemos más en compartir con nuestros hijos, mucho más que dinero, pertenencias o manutención.
A veces como padres, nos limitamos a trabajar para que a "ellos no les falte nada"... La palabra "nada", básicamente se refiere a la comida, techo, estudio y artículos de moda. Pero en realidad, estas cosas son periféricas.
Siendo docente y madre, he podido comprender cuán importante es que acompañemos a nuestros hijos en sus caminos, sueños, procesos y, momentos grandes y pequeños de su vida. Por algo son nuestros hijos. En otras palabras, que podamos entregarles tiempo en cantidad y de calidad. Lastimosamente hemos confundido ser "padres sobreprotectores" con ser "padres presentes", y por tratar de evitar que nos llamen lo primero, hemos dejado lo segundo...
Sacamos pecho diciendo que no estamos cerca de nuestros hijos, porque no queremos ser "padres sobre protectores" y que ellos deben aprender a abrirse caminos solos...
Creo que hay algo de virtud en que una persona se abra camino sola. Pero jamás se me olvidará la enseñanza que recibí de una de mis mejores profesoras de sicología, donde ella nos decía que el secreto de la disciplina y crianza para con nuestros hijos, estaba en comprender que siempre debemos estar presentes. Que cuando ellos son niños, nuestra autoridad está presente y ellos tienen poca libertad debido a que aún no la saben manejar. Pero que a medida que crecen, esa libertad se va ampliando poco a poco, sin dejar de tener autoridad sobre ellos. Entendiendo esta autoridad como esa presencia de guía y respeto en la vida de nuestros hijos.
Muchas veces nuestros hijos se enfrentan a "soledades peligrosas", y sin mayores herramientas, ellos van moldeando pensamientos, conductas y hábitos, que resultan en cosas dolorosas para ellos.
Hace unos días fuimos a caminar a un parque, y había un grupo de jovencitos, parecían tener entre 12 y 14 años. Estaban allí en un círculo, tratando de que nadie los viera, y estaban consumiendo drogas. Los miré fijamente y se sintieron intimidados. Pero me daba dolor pensar, en dónde estaban los padres de esos niños... Qué les deparará el futuro, de seguir en esos pasos...
Recuerdo a algunos de mis estudiantes, que cuando podía acercarme a ellos, me decían: "profe, me gustaría que usted fuera mi mamá"... esto, lejos de alagarme, me daba tristeza. Porque la razón por la que ellos decían algo así, era porque no tenían confianza con sus padres, porque algunos de ellos no solamente eran lejanos en cuanto al tiempo, sino que el poco tiempo que invertían en ellos, eran momentos donde poco importaba lo que sus hijos estaban viviendo como jovencitos y todo se reducía a que salieran bien en sus estudios. Muchos de ellos estaban viviendo situaciones realmente difíciles de manejar y a veces yo era la primera persona en enterarme de sus miedos… Al parecer para sus padres, ellos no eran sus hijos... eran estudiantes. Muchos de ellos tenían sueños, pero la mayoría de sus sueños eran sólo eso. No contaban con un padre que quisiera apoyarlos o con una madre que trabajara de la mano, brindando las herramientas, para que ellos pudieran luchar por sus sueños.
También vi a algunos derrumbados frente a los problemas, inseguros, con autoestima baja, poco productivos y algunos de ellos metidos en problemas muy grandes para su edad. Todos tenían un común denominador: Padres ausentes...
Desde entonces se me vino a la mente esta frase: "Padres presentes, hijos seguros"...
Habría mucho para decir aquí, de cómo la sociedad se está viniendo abajo y todo porque papá y mamá, no estamos siendo presentes en la vida de nuestros hijos…
Por ahora, sólo quisiera puntualizar que hay una diferencia entre ser sobreprotector y ser un padre presente...
Que nuestros hijos y por qué no, el mundo entero, clama para que seamos "Padres"... con todos los derechos y responsabilidades que ésto conlleva...
Qué tal si acompañamos a nuestros hijos... paso a paso... y a medida que vayan creciendo y adquiriendo herramientas, ir ampliando la libertad que tienen de elegir sus caminos.
Qué tal si podemos pensar más en sus sueños, en cómo podemos apoyarlos para que ellos luchen de la manera adecuada para alcanzarlos...
Qué tal si les hacemos sentir que sus historias nos importan y que estamos allí para ellos...
Qué tal si sembramos palabras de vida en sus corazones...
Qué tal si en lugar de buscar el mejor colegio a nivel de pruebas de Estado, buscamos colegios que les ayuden a crecer en sus fuertes...
Qué tal si en lugar de infundirles que lo primero es el estudio, les decimos que lo primero es tener una fe genuina en Dios... pues con Dios en su vida, habrán ganado lo más importante!
Qué tal si los dejamos de ver como los “Super hombrecitos” o “Super chicas” que se las arreglan para todo solos, y los vemos como lo que son: nuestros hijos... necesitados de nuestro cariño, afecto, palabras de afirmación, guía, cuidados, enseñanza, escucha, y por qué no, protección... pues si no lo hacemos nosotros que los amamos, hay alguien afuera que hará su mejor esfuerzo para devorarlos...
¡Qué tal si podemos ser padres... no sobre protectores... sino, padres presentes!
-Claudia Silva
Fue un tiempo hermoso y muy al punto para cada familia allí presente.
Esto me hizo pensar en la necesidad de que como padres entendamos que este mundo demanda, incluso más que antes, que volvamos al hogar... Que los padres nos ocupemos más en compartir con nuestros hijos, mucho más que dinero, pertenencias o manutención.
A veces como padres, nos limitamos a trabajar para que a "ellos no les falte nada"... La palabra "nada", básicamente se refiere a la comida, techo, estudio y artículos de moda. Pero en realidad, estas cosas son periféricas.
Siendo docente y madre, he podido comprender cuán importante es que acompañemos a nuestros hijos en sus caminos, sueños, procesos y, momentos grandes y pequeños de su vida. Por algo son nuestros hijos. En otras palabras, que podamos entregarles tiempo en cantidad y de calidad. Lastimosamente hemos confundido ser "padres sobreprotectores" con ser "padres presentes", y por tratar de evitar que nos llamen lo primero, hemos dejado lo segundo...
Sacamos pecho diciendo que no estamos cerca de nuestros hijos, porque no queremos ser "padres sobre protectores" y que ellos deben aprender a abrirse caminos solos...
Creo que hay algo de virtud en que una persona se abra camino sola. Pero jamás se me olvidará la enseñanza que recibí de una de mis mejores profesoras de sicología, donde ella nos decía que el secreto de la disciplina y crianza para con nuestros hijos, estaba en comprender que siempre debemos estar presentes. Que cuando ellos son niños, nuestra autoridad está presente y ellos tienen poca libertad debido a que aún no la saben manejar. Pero que a medida que crecen, esa libertad se va ampliando poco a poco, sin dejar de tener autoridad sobre ellos. Entendiendo esta autoridad como esa presencia de guía y respeto en la vida de nuestros hijos.
Muchas veces nuestros hijos se enfrentan a "soledades peligrosas", y sin mayores herramientas, ellos van moldeando pensamientos, conductas y hábitos, que resultan en cosas dolorosas para ellos.
Hace unos días fuimos a caminar a un parque, y había un grupo de jovencitos, parecían tener entre 12 y 14 años. Estaban allí en un círculo, tratando de que nadie los viera, y estaban consumiendo drogas. Los miré fijamente y se sintieron intimidados. Pero me daba dolor pensar, en dónde estaban los padres de esos niños... Qué les deparará el futuro, de seguir en esos pasos...
Recuerdo a algunos de mis estudiantes, que cuando podía acercarme a ellos, me decían: "profe, me gustaría que usted fuera mi mamá"... esto, lejos de alagarme, me daba tristeza. Porque la razón por la que ellos decían algo así, era porque no tenían confianza con sus padres, porque algunos de ellos no solamente eran lejanos en cuanto al tiempo, sino que el poco tiempo que invertían en ellos, eran momentos donde poco importaba lo que sus hijos estaban viviendo como jovencitos y todo se reducía a que salieran bien en sus estudios. Muchos de ellos estaban viviendo situaciones realmente difíciles de manejar y a veces yo era la primera persona en enterarme de sus miedos… Al parecer para sus padres, ellos no eran sus hijos... eran estudiantes. Muchos de ellos tenían sueños, pero la mayoría de sus sueños eran sólo eso. No contaban con un padre que quisiera apoyarlos o con una madre que trabajara de la mano, brindando las herramientas, para que ellos pudieran luchar por sus sueños.
También vi a algunos derrumbados frente a los problemas, inseguros, con autoestima baja, poco productivos y algunos de ellos metidos en problemas muy grandes para su edad. Todos tenían un común denominador: Padres ausentes...
Desde entonces se me vino a la mente esta frase: "Padres presentes, hijos seguros"...
Habría mucho para decir aquí, de cómo la sociedad se está viniendo abajo y todo porque papá y mamá, no estamos siendo presentes en la vida de nuestros hijos…
Por ahora, sólo quisiera puntualizar que hay una diferencia entre ser sobreprotector y ser un padre presente...
Que nuestros hijos y por qué no, el mundo entero, clama para que seamos "Padres"... con todos los derechos y responsabilidades que ésto conlleva...
Qué tal si acompañamos a nuestros hijos... paso a paso... y a medida que vayan creciendo y adquiriendo herramientas, ir ampliando la libertad que tienen de elegir sus caminos.
Qué tal si podemos pensar más en sus sueños, en cómo podemos apoyarlos para que ellos luchen de la manera adecuada para alcanzarlos...
Qué tal si les hacemos sentir que sus historias nos importan y que estamos allí para ellos...
Qué tal si sembramos palabras de vida en sus corazones...
Qué tal si en lugar de buscar el mejor colegio a nivel de pruebas de Estado, buscamos colegios que les ayuden a crecer en sus fuertes...
Qué tal si en lugar de infundirles que lo primero es el estudio, les decimos que lo primero es tener una fe genuina en Dios... pues con Dios en su vida, habrán ganado lo más importante!
Qué tal si los dejamos de ver como los “Super hombrecitos” o “Super chicas” que se las arreglan para todo solos, y los vemos como lo que son: nuestros hijos... necesitados de nuestro cariño, afecto, palabras de afirmación, guía, cuidados, enseñanza, escucha, y por qué no, protección... pues si no lo hacemos nosotros que los amamos, hay alguien afuera que hará su mejor esfuerzo para devorarlos...
¡Qué tal si podemos ser padres... no sobre protectores... sino, padres presentes!
-Claudia Silva